Los filtros HEPA (filtro de partículas de alta eficiencia) son dispositivos hechos principalmente de fibra de vidrio, con diámetro de entre 0.5 y 2 micrones en un entramado muy fino, diseñados para atrapar elementos aerotransportados que pueden ser dañinos para los usuarios de un habitáculo. Su origen se traslada al proyecto militar Manhattan de mediados del siglo XX, para proteger de las radiaciones por la bomba atómica.

Los filtros HEPA son filtros mecánicos de la categoría de pliegue, capaces de capturar hasta el 99.97% de las partículas potencialmente dañinas de polvo, polen, ácaros, tóxicos, moho, bacterias y virus, etc., de hasta 0.3 micrones de diámetro.

Las variables que definen las propiedades en un filtro HEPA son:

a. El diámetro de las fibras, que usualmente es mucho mayor a 0.3 micrones, aunque atraparán partículas mucho más pequeñas.

b. El espesor del filtro, que significa la distancia que tendría que recorrer la partícula para atravesar al filtro.

c. La velocidad con que llegan al filtro

Las partículas se adhieren a las fibras mediante alguno de los siguientes mecanismos:

a. Intercepción o adherencia, simplemente rozando alguna de las fibras, la partícula se pega a ella. Debido al entramado azaroso de las fibras, resulta muy difícil que las partículas no choquen con ellas.

b. Impacto, las partículas grandes debido a la velocidad de flujo con el que llegan al filtro se ven proyectadas contra alguna de las fibras que se encontrarán inevitablemente. Este efecto es mayor cuando se disminuye la separación entre las fibras.

c. Difusión, método por el cual, las partículas pequeñas colisionan con moléculas de gas que impide su paso por el filtro al rozar o impactar contra las fibras neutralizándose.

d. Interferencia, las partículas muy grandes simplemente no pasan por entre las fibras.

Los filtros HEPA son obligados en industrias que por su naturaleza requieren utilizar estándares muy altos como la alimentaria, electrónica, salud, farmacéutica y aeronáutica.